HISTORIA DE LA LECTURA
La lectura tiene su origen en la aparición de la escritura en el 3500 a. C, cuando se utilizaba la arcilla como soporte para graficar, contabilizar bienes y mercadería, y retener información. La lectura se basó durante mucho tiempo en la comprensión de símbolos y códigos simples al que solo accedía una pequeña porción de la población que sabía escribirlos, leerlos e interpretarlos.
A través de los años, las diferentes civilizaciones
desarrollaron una escritura cada vez más compleja y rica, ante la necesidad de
trasmitir una mayor cantidad y calidad de información. A medida que la
escritura se complejizó, la lectura se transformó en una actividad pública y
oral. Los textos eran leídos en voz alta en la antigua Grecia y en el resto de
Europa entre pensadores y monjes.
La imprenta moderna surgida en el siglo XV permitió la
difusión de textos, lo que facilitó el acceso a la lectura. La aparición de los
signos de puntuación y la separación entre caracteres hizo que fuera más simple
interpretar los escritos. Comenzó a desarrollarse una lectura individual y
silenciosa que para el siglo XIX se extendió entre una gran cantidad de
población.
Las técnicas y formas de lectura se mantienen casi
invariables desde aquel entonces. La aparición de nuevos soportes (materiales y
digitales) acercaron contenidos a una gran porción de la humanidad, aunque aún
existen en el mundo millones de personas sin acceso a este derecho.
La historia de la lectura es fascinante y compleja, ya que ha
evolucionado a lo largo de miles de años junto con el desarrollo de la
escritura, los soportes textuales (como piedra, papiro, pergamino y papel), y
las culturas que los utilizaban.
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